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Las pandillas
En muchas sociedades del planeta se están viviendo problemáticas como lo son las pandillas que son un grupo de personas que son de ambos sexos, que se incorporan a un grupo con códigos secretos, que están presentes en las ciudades y cuyos miembros pertenecen a barios estados sociales Ser pandillero plantea una forma de vivir la ciudad, la polis. Nos encontramos frente a un acontecimiento político, que tiene sus propios códigos y estructuras que representan una cultura en la que el manejo del poder está siempre presente. Entendemos que es posible cambiar las actitudes de las pandillas si las abordamos desde ángulos que confieran a sus miembros la identidad que buscan y si tratamos a esos grupos como sujetos y no como problemas sin rostro. El desafío es cómo reconstruir ciudadanía apoyándose en los valores que estos grupos tienen, potenciando sus capacidades y formas de expresión, utilizando sus liderazgos, sus formas de cohesión y permitir que sus propuestas sean reconocidas como tales por ellos mismos apara que puedan reconstruir el tejido social de la ciudadanía que les tiene miedo, los margina y los rechaza. En esta sociedad cambiante hay algunas personas y grupos que permanecen al margen de esa evolución, de ahí la palabra marginados. Como están fuera, también se les llama excluidos y, otras veces, son expulsados del sistema en el que habitan pues no se les considera rentables ni eficaces. El marginado y el excluido pueden intentar incluirse pero el expulsado vive su realidad como una fatalidad que le impide ser él mismo. Esto produce un desaparecido de los escenarios públicos, una persona, sujetos que no importan y de quienes nada se espera, a los que hay que evitar y a veces eliminar.
En muchas sociedades del planeta se están viviendo problemáticas como lo son las pandillas que son un grupo de personas que son de ambos sexos, que se incorporan a un grupo con códigos secretos, que están presentes en las ciudades y cuyos miembros pertenecen a barios estados sociales Ser pandillero plantea una forma de vivir la ciudad, la polis. Nos encontramos frente a un acontecimiento político, que tiene sus propios códigos y estructuras que representan una cultura en la que el manejo del poder está siempre presente. Entendemos que es posible cambiar las actitudes de las pandillas si las abordamos desde ángulos que confieran a sus miembros la identidad que buscan y si tratamos a esos grupos como sujetos y no como problemas sin rostro. El desafío es cómo reconstruir ciudadanía apoyándose en los valores que estos grupos tienen, potenciando sus capacidades y formas de expresión, utilizando sus liderazgos, sus formas de cohesión y permitir que sus propuestas sean reconocidas como tales por ellos mismos apara que puedan reconstruir el tejido social de la ciudadanía que les tiene miedo, los margina y los rechaza. En esta sociedad cambiante hay algunas personas y grupos que permanecen al margen de esa evolución, de ahí la palabra marginados. Como están fuera, también se les llama excluidos y, otras veces, son expulsados del sistema en el que habitan pues no se les considera rentables ni eficaces. El marginado y el excluido pueden intentar incluirse pero el expulsado vive su realidad como una fatalidad que le impide ser él mismo. Esto produce un desaparecido de los escenarios públicos, una persona, sujetos que no importan y de quienes nada se espera, a los que hay que evitar y a veces eliminar.
Si somos conscientes de que antes de ser victimarios han sido y son víctimas, debemos considerarlos como jóvenes combatientes de otras guerras en las que las armas están en manos de personas que comienzan la vida. El tráfico de drogas y de armas, que los utiliza, se escuda en los jóvenes, considerados por la sociedad como los únicos malhechores mientras los traficantes ocultan su rostro, sus riquezas, sus intereses y se pasean por las calles de nuestras ciudades. Estamos frente a escenarios violentos desiguales, uno estructural y otro de respuesta. El escenario de violencia de respuesta es más fácil de ver y de juzgar. El que lo sostiene es objeto de análisis y denuncias, pero con muy pocas propuestas de cambios reales.
Busquemos la forma de evitar que los jóvenes de hoy en día caigan en las manos de las pandillas y causen daño a las demás personas y asi mismos.
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